sábado, 26 de abril de 2008

“Si me quedo quieto, todo se mueve” o “Cleansed , trastornando la brújula” por Gerardo Camilletti

Para manipular al espectador hay que hacerlo hasta las últimas consecuencias, sacarlo de toda certidumbre y ubicarlo en un lugar sobre el vacío. Más bien, vaciarle el mapa conocido y obligarlo a hacer un recorrido dominado por la ficción, que en definitiva es un lugar que está al margen de lo real. Sacarlo de cualquier continente conocido.

Sujeto a las certezas, el espectador contemporáneo, a veces encuentra su ruta violentada y pierde la noción de lugar, se pierde con una brújula que mueve el norte aunque esté quieto. Así funciona Cleansed [1], con un espectador cuya brújula ya no sirve para nada y debe reinventar el norte o aceptar el que propone la escena que comienza en la entrada del Teatro Ferroviario “El Gato Viejo” en donde la idea de viaje domina el espacio surcado por vías muertas o incompletas.

La puesta en escena de Mariano Stolkiner sobre el texto de Sarah Kane no comienza con el espectador en la sala sino mucho antes, cuando adquiere su “localidad”. Y encomillo esta palabra que se resignifica claramente en esta propuesta, en la que cada uno del público se localiza en un territorio indeterminado. Cuando se accede al espacio para ver el espectáculo, al espectador se le coloca un precinto en la muñeca, desde ese momento comienza Cleansed porque así como los personajes son manipulados en un espacio al que no se sabe cómo entraron y del que no pueden salir, el público es puesto en un espacio en el que no sabe cómo entra y se desorienta cuando debe salir. Sin duda, en el precinto que se coloca en la muñeca hay un gesto de “captura” que se acepta no sin mansedumbre, una captura menos peligrosa y violenta, claro, que la que padecen los personajes de Sarah Kane. Más tarde, se invita a subir a un transporte escolar no poco siniestro, es un viejo colectivo pintado de naranja en cuyo interior sólo se ve la penumbra producida por una luz mortecina y plásticos negros que cubren la vista al exterior. Tampoco resulta menor que sea un transporte escolar si entendemos que estos vehículos llevan niños a ser educados (del latín educāre: conducir, encaminar, dirigir). A partir de ese momento el colectivo comienza una marcha hacia algún lugar, el recorrido que hace no es dado a conocer y el efecto que provocan los giros, avances y marcha atrás, desestabilizan al espectador provocándole un borramiento de la referencia geográfica y posiblemente, en consecuencia, un aturdimiento del sentido de la orientación. Eso es, un aturdimiento en su percepción del espacio. Cuando el transporte estaciona, el espectador ingresa en la sala recorriendo un pasillo en la oscuridad y ya resulta imposible reconstruir el norte perdido. A pesar de sentarse en sillas frente a los actores y que esto parezca un lugar de uso corriente para el espectador, ya no lo es porque sólo puede diferenciar su lugar del de los actores y, tal como los personajes, queda atrapado en un espacio al que fue llevado. Ve Cleansed pero no sabe dónde ocurre, no solamente la ficción sino dónde está ocurriendo el espectáculo.

El espectador no sabe dónde está, sólo sabe que es un lugar construido arbitrariamente por el director, que violenta la noción de sentido y que ubica, desde la prepotencia de la creación, al espectador en un lugar extraño y por lo tanto re-creado. Por supuesto que acá, las palabras prepotencia y violencia pierden su valor negativo, hablo sobre la creación artística y en este caso, en la medida en que no atente contra la integridad del espectador, todo gesto violento y prepotente es bienvenido, es la única manera de con-mover algo.

Es decir, en un espectáculo como Cleansed, en el que los personajes están ubicados en “el perímetro de la universidad” y el espectador en “algún lugar del universo”, se percibe claramente una de las características que domina la escena contemporánea -y sobre la que vengo insistiendo hasta que la escena me demuestre lo contrario-, que es la de ubicar al espectador en una ficción de la que es parte de un modo u otro, una ficción en la que se ve obligado a construir por un momento un sistema de referencias que le sirva para sobrevivir en un mundo teatral. Otra vez, todo es teatro y por lo tanto, todo se redefine a partir de eso. Ahora, no sólo el espectador reconfigura su estatuto en tanto espectador sino que, debe acomodar su cuerpo en un espacio que ni siquiera puede ubicar, sólo sabe que está en Retiro, en una zona de viajes desde donde ya no se viaja más que a la ficción.

Sin duda, puedo seguir insistiendo en que si el hombre en el siglo XVI debe asumir la redondez de la Tierra y más tarde debe aguantarse la idea de que se mueve, hoy sabe que es sólo una parte del asunto y debe entender que los límites son sólo una convención, como el discurso sobre la realidad que es muy poco diferente del teatro: apenas una organización de signos que crean mundos, realidades transitorias, mapas inestables.



[1] Ficha técnica: Cleansed de Sarah Kane. Traducción y Adaptación: Mónica Koller y Mariano Stolkiner. Actores: Carlos Eduardo Spindola, Hernán Catvin, Sebastián Pajoni, Gustavo Antieco, María Milessi, Pedro Riva, Ana Livingston. Diseño del espacio escénico: Mariano Stolkiner. Música Original y Diseño Sonoro: Juan Bernabé. Diseño de Luces: Julio López. Diseño Gráfico: Luciana Waisberg. Fotografías: Res. Gestión de derechos de autor: Marion Weiss. Asistente Técnico: Pablo Regazzoni. Asistente general: Marcos Pastor. Asistente de dirección: Sofía Spano/ Arikitai Rayo. Dirección: Mariano Stolkiner.

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