Los jueves a las 21 hs, en el Teatro
del Abasto habrá función y allí se representará Las
mutaciones. Escribo en futuro,
porque es imposible no coincidir con Borges en que "El porvenir
es tan irrevocable / como el rígido ayer", el comienzo de su
poema Para una versión
del I King.
Más
conocido como I
Ching, o
El libro de las
mutaciones,
en sus páginas, el que sepa leer, encontrará la suma de su pasado y
su futuro. Una suma que surge del azar, al arrojar las monedas y
consultar el resultado de sus líneas.
Azar,
destino: dos ejes que aparecen con frecuencia en los cuentos y poemas
de Borges. ¿Son términos contradictorios? Pero ¿acaso la
contradicción no rige las relaciones humanas? ¿las mutaciones no
son ineluctables en los vínculos amorosos?
Organizada
azarosamente, según los principios del I
Ching, Las mutaciones de Valeria Correa, presenta
situaciones en forma fragmentada, cuyo orden se repetirá (o quizás,
no) en cada función, porque ese es el destino del teatro. Fragmentos
de una relación amorosa que conoció tiempos mejores, interpretada
por Lorena Vega y Leonardo Murúa. Dos amantes en crisis viajan para
recomponer la relación gastada.
Para resucitar la magia de los
primeros instantes de la pareja, juegan en un dispositivo escénico
que muta constantemente, en diversas y casi infinitas posibilidades.
La música, compuesta especialmente por Pablo Bronzini, acompaña las
situaciones y las recorta, así como la iluminación, diseñada por
Ricardo Sica.
Una
puesta en escena de Lorena Ballestrero que exige y logra una precisión casi matemática,
pero sin descuidar los matices de las cambiantes emociones por las
que atraviesan los personajes.
El
minimalismo escénico contribuye a esquivar cualquier atisbo
melodramático y nos convierte en observadores imparciales, más que
de dos singularidades, de la calidad de los vínculos amorosos.