lunes, 16 de septiembre de 2019

Bonjour, de Julián Marcove

Ficha técnica:
Actúan Antonio Bax, Mónica Driollet, María Emilia Ladogana, Miguel Sorrentino y Christian de Miguel. Escenografía Félix Padrón. Vestuario Nadia Sandrone. Asistencia de vestuario Sofía Giacomucci. Coreografía Noelia Leonzio. Texto y dirección Julián Marcove.
Espacio Nün teatro bar. Domingos 21 hs.


La rutina de una joven pareja, ella, escritora (María Emilia Ladogana) y él, oficinista en ascenso (Miguel Sorrentino) amenaza sus existencias. Ni siquiera la posibilidad de mudarse o las desopilantes visitas de los suegros, despiertan algún deseo que la haga sentir viva. Hasta que sucede lo imprevisto, algo maravilloso que irrumpe en la vida cotidiana y desacomoda las certidumbres.
Paris puede estar a un golpe de vista y su halo romántico envuelve la vida de la joven escritora creando una realidad paralela.
"Bonjour" es un saludo, un deseo de que cada día sea lo mejor posible y que el día a día deje una rendija para que se filtre, como un extraño visitante, la ilusión de lo diferente.
 En tono de comedia, la dramaturgia y la dirección de Julián Marcove transita por diferentes estados, desde la actuación minimalista hasta la explosión de la pareja conformada por Mónica Driollet y Antonio Bax. Su interacción divierte y asombra, al romper con los estereotipos propios de su situación, dominando escenas brillantes como las del baile.
   

viernes, 13 de mayo de 2016

Agón (o la guerra de los dioses olímpicos en la calle Venezuela)



Ficha técnica:
Intérpretes: Sol Altare, Pablo Brignoccoli, Clara Carrera, Rocío Chaparro, Jimena Coppolino, José Ignacio Del Vecchio, Carolina Fernández Kostoff, María Eugenia González Choque, Guillermina Granados, Nabila Jatib, Daniela Nuñez, Sofía Posse, Esteban Real, Katia Schenk, Claudio Yanes. Coreografía: Leandro Dumón. Maquillaje: Maiana Vega. Operación de retroproyector: Eugenia González Choque. Operación de video: Jimena Zaidman. Diseño de iluminación: Florencia Carboni. Diseño Audiovisual: Leandro Dumón - Jimena Zaidman. Escenografía y vestuario: Julia Camejo. Diseño sonoro: Pedro Donnerstag. Supervisión dramatúrgica: Sol Rodríguez Seoane. Asistencia de dirección: Sabrina Dana - Carolina Zumarán. Dirección: Federico Aguilar


Domingos 20:30 en Venezuela 2587.



Si usted, transeúnte distraído, un domingo al anochecer pasa por la calle Venezuela y observa rayos multicolores que salen de la sede de la UNA, no lo dude: ingrese y asistirá a un espectáculo inusual y, como si esto fuera poco, será partícipe de una contienda entre dioses y héroes (sin olvidar a las diosas y heroínas, por supuesto)
Se sorprenderá por la variedad de recursos escénicos desplegados, frutos del cráneo candente de su director, Federico Aguilar.
Oirá historias de vida, cual micro-bio-dramas de los actores y actrices que participarán de la posterior reyerta; cual site-specific, en la misma universidad en la que estudiaron y en la que se gradúan con este proyecto, rodeados de objetos cuyo simbolismo le explicarán de forma casi personalizada, apelarán a su empatía de manera efectiva.
Para entrar en clima, podrá degustar un báquico néctar (léase vino) y recorrer una instalación en la que se sentirá como en un museo griego.
Pero el plato fuerte viene después, cuando da comienzo al agón, la batalla verbal donde usted, sí, decidirá quién es el vencedor. El agón consistía en una parte central de la tragedia griega, ya que allí los personajes dirimían sus posiciones mediante una lucha verbal. Ya sea con hábiles argumentos, ya sea con conmoverdoras fábulas, exponían las peripecias de sus vidas, justificaban sus crímenes así como sus actos de arrojo o cobardía. El coro comentaba y tomaba posición. Aquí también lo hará, pero la última palabra, el voto consagratorio que otorgue el triunfo o la derrota, está en la mano levantada del espectador. Verá desfilar dioses terribles, héroes atormentados, heroínas inocentes, árbitros desopilantes y ud. decidirá quién sigue en carrera o quien cae fulminado por la derrota. Obra performática y relacional, ofrece combinaciones múltiples, según el veredicto del público soberano. Hay diversión asegurada, variedad de estados de ánimo, de formas teatrales tradicionales y contemporáneas, sorprendentes imágenes proyectadas, como parte de un trabajo de conjunto entre el ya mentado director, la tejedora de historias Sol Rodríguez Seoane, los diseñadores de video, vestuario, plano sonoro, maquillaje, coreografía, asistencia de dirección, y muy especialmente, los actores y actrices que, sin duda, han ganado la madre de todas las batallas: conquistar al público.




lunes, 16 de marzo de 2015

Las mutaciones Dirección de Lorena Ballestrero. Texto de Valeria Correa


Los jueves a las 21 hs, en el Teatro del Abasto habrá función y allí se representará Las mutaciones. Escribo en futuro, porque es imposible no coincidir con Borges en que "El porvenir es tan irrevocable / como el rígido ayer", el comienzo de su poema Para una versión del I King.
Más conocido como I Ching, o El libro de las mutaciones, en sus páginas, el que sepa leer, encontrará la suma de su pasado y su futuro. Una suma que surge del azar, al arrojar las monedas y consultar el resultado de sus líneas.
Azar, destino: dos ejes que aparecen con frecuencia en los cuentos y poemas de Borges. ¿Son términos contradictorios? Pero ¿acaso la contradicción no rige las relaciones humanas? ¿las mutaciones no son ineluctables en los vínculos amorosos?
Organizada azarosamente, según los principios del I Ching, Las mutaciones de Valeria Correa, presenta situaciones en forma fragmentada, cuyo orden se repetirá (o quizás, no) en cada función, porque ese es el destino del teatro. Fragmentos de una relación amorosa que conoció tiempos mejores, interpretada por Lorena Vega y Leonardo Murúa. Dos amantes en crisis viajan para recomponer la relación gastada.
 Para resucitar la magia de los primeros instantes de la pareja, juegan en un dispositivo escénico que muta constantemente, en diversas y casi infinitas posibilidades. La música, compuesta especialmente por Pablo Bronzini, acompaña las situaciones y las recorta, así como la iluminación, diseñada por Ricardo Sica.
Una puesta en escena de Lorena Ballestrero que exige y logra una precisión casi matemática, pero sin descuidar los matices de las cambiantes emociones por las que atraviesan los personajes.

El minimalismo escénico contribuye a esquivar cualquier atisbo melodramático y nos convierte en observadores imparciales, más que de dos singularidades, de la calidad de los vínculos amorosos. 


 

domingo, 15 de febrero de 2015

DIOS TENÍA ALGO GUARDADO PARA NOSOTROS, de Maruja Bustamante

Dramaturgia: Maruja Bustamante
Intérpretes: Bárbara Massó, Gonzalo Pastrana y Gael Policano Rossi
Vestuario: Grupo Capicúa, Mónica Bellusci
Iluminación: Rocío Caliri
Video: Laura Castro
Fotografía: Lucho Lomastro
Asistente de producción: Lucas Sánchez
Asistente de dirección: Nubecita Vargas
Producción: Lucho Lomastro
Dirección: Maruja Bustamante
Sábados de febrero y marzo, 21 hs, en la sala Cancha del Centro Cultural Ricardo Rojas.









Hay en la obra un aire a reconstrucción, pero no de un crimen, sino del misterio de toda relación amorosa. Una relación, cualquier relación, entre los géneros que se quiera. Su prometedora fase de inicio, la meseta de la concreción y la casi ineluctable ruptura final. Afortunadamente, Maruja Bustamante nos presenta los acontecimientos sin seguir este orden en la narrativa escénica, sino que, a modo de fragmentos de un mosaico que sólo un tercer personaje -una suerte de demiurgo, un conector- parece poder reconstruir y exhibir. Según la lógica del amor, la relación entre Cristal y Mateo, al tiempo que progresa, parece ir entibiándose y preanunciar la disolución.
Los tres actores utilizan un modo de actuación presentativo, dirigiéndose -la mayor parte del tiempo- frontalmente a los espectadores, lo que resulta un gran desafío que resuelven con solvencia. La composición de Bárbara Massó se destaca, por sus propias características actorales, mediante la sutileza y los matices que recorre en los cambiantes estados de ánimo que requiere la construcción del personaje de Cristal, un profesionalismo que ya apreciamos en Pollera-pantalón, junto a Lucas Lagré.
Uno de los componentes más interesantes de la puesta en escena es el imaginario visual, entrecruzando la pintura, el collage y hasta el rompecabezas, y que acompaña a la palabra, al gesto y al movimiento sin ser literal. Imágenes que van surgiendo, del cuerpo de los actores, y que se transforman, se tapan, en la gran hoja en blanco del espacio escenográfico. Quizás como una metáfora de la existencia, traduce en signos, formas, colores, los estados de ánimo, los sueños, los temores, las imágenes poéticas del devenir, cuando la palabra como sistema significane no alcanza a decirlo todo. Como los poemas de Cristal, o los de la misteriosa, admirada y odiada Floriana.

Dios tenía algo guardado para nosotros, evita los estereotipos del género, y lo trasciende. Indaga sobre las disimetrías en toda relación humana en clave poética y con fresco sentido del humor.

Lecturas recomendadas:
Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes
El amor líquido, de Zygmunt Bauman





domingo, 18 de agosto de 2013

Reescribir la picaresca: sobre Rinconete y Cortadillo de Cervantes, de Luis Cano





Ficha técnica

Pedro Rincón José Luis Arias
Diego Cortado
Iván Moschner

Iluminación Ricardo Sica
Vestuario
Silvina Apfelmann
Tratamiento sonoro
Federico Marrale
Asesoramiento vocal
Patricia Douce
Colaboración artística
Tian Brass, Diego Starosta
Fotografía 
Eunice Rozkiewicz
Programa y calcomanías
Laura Rovito
Afiche y volantes
Marcos Murano
Prensa CCEBA Armando Camino
Producción CCEBA Almudena Javares Francisco
Director CCEBA
Ricardo Ramón Jarne
Producción TNC
Daniela Szlak
Asistencia TNC
Mónica Quevedo
Pre producción
Lucila Piffer
Producción ejecutiva
Brenda Howlin
Asistencia de dirección
Ayelén Duniec
Texto y dirección: 
Luis Cano
Teatro Nacional Cervantes


Rinconete y Cortadillo se estrenó en el marco de un ciclo de teatro semimontado, como homenaje por los cuatrocientos años de la publicación de las Novelas Ejemplares de Cervantes; en todos los casos, se ha realizado la transposición de las novelas a la escena. Además, cada dramaturgo reescribió el texto de Cervantes que eligió para montar.
Esta doble operación (transposición + reescritura) obtuvo como resultado piezas singulares, sin perder el sello del universo cervantino, que excede el límite del corpus de las Novelas Ejemplares.
¿Cómo no asociar los aventureros Rinconete y Cortadillo con algún pasaje o personaje de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, la novela que marcó el rumbo de la narrativa en lengua española? Caminos, rutas, pueblos, ciudades recorridos por este personaje, en los que pululaban seres marginales, siempre dispuestos al engaño, al robo y a la estafa: los pícaros, que dieron su nombre a un género literario que emergió en un momento y un espacio determinado (España, siglo XVII) y que se extendió a casi todas las literaturas europeas y latinoamericanas.
En la reescritura de Luis Cano, todos los personajes de la novela cervantina quedan concentrados en los dos protagonistas, un desafío que los actores José Luis Arias e Iván Moschner resuelven con gran plasticidad y eficacia. Sus cuerpos, sus voces, devienen en muchos otros, mediante una configuración espectacular en la que domina con firmeza la actuación por sobre cualquier otro elemento teatral. No es la única síntesis operada: los diferentes espacios recorridos, los objetos, los accesorios, los sonidos, también son recreados por obra y arte de la actuación, que funciona como una gran sinécdoque de la escena. Al mismo tiempo, construye nuevas y propias convenciones: ni los que asumen el rol de Rinconete y Cortadillo son adolescentes, ni visten pobremente. Ni hace falta, ya que los tópicos centrales de la picaresca en tanto género -el hambre, la marginalidad, el desamparo- atraviesan el mundo de la escena y nos afectan en tanto espectadores.
Unos cambios de colores en las luces, un breve corte musical, y estos inmensos actores nos transportan a un universo que sólo advertimos de soslayo, cuando transitamos por cualquier gran ciudad. La España del hace cuatro siglos se transporta a un barrio periférico de la ciudad de Buenos Aires actual. Los que duermen donde se puede, los que comen de salteado, los que roban para, apenas, sobrevivir. El mundo del hampa organizado, con sus jefes y sus "códigos", el sexo que se intercambia por una moneda. Todo está allí, en ese pequeño rectángulo de la escena. Los personajes corren, siempre van escapando, pero lo que dejan atrás es demasiado parecido a lo que vendrá.
Rinconete y Cortadillo, o Rincón y Cortado están atrapados por una realidad que convive e interactúa desde el margen con muchas otras. Por más vueltas que le den, no pueden atravesar las barreras sociales. Sus hábitos, su registro lingüístico, las marcas de su historia de exclusión siguen funciondo como trampas hacia las que van en línea recta a su perdición.
Si el personaje teatral se define por el lenguaje, los Rinconete y Cortadillo de Luis Cano horadan la superficie del lenguaje hasta llegar a sus vísceras, casi siempre vacías de alimento. Y el hambre no es sólo de comida.
Tránsito desde una novela ejemplar, cuyo fin era entretener al tiempo que advertir sobre los vicios y peligros, a un espectáculo que, más allá de indagar en las dolorosas zonas de la marginalidad contemporánea, nos ofrece una lección de teatro.


domingo, 30 de septiembre de 2012

Shopping & Fucking, de Mark Ravenhill






Ficha técnica
Autor: Mark Ravenhill
Traducción: Rafael Spregelburd
Actúan: Daniel Toppino, Luciano Ricio, Lucas Lagré, Alfredo Urquiza y Mjaría Milessi.
Asistentes de dirección: Julieta Cajg y Mathías Sassone
Diseño de espacio y escenografía: Santiago Badillo
Diseño lumínico: Julio López
Diseño de vestuario: Merlina Molina Castaño
Diseño sonoro y música original: Fernando Sayago
Diseño de video: Santiago Badillo y Mariano Stolkiner
Realización de video: Juma producciones
Actores en video: Mathías Sassone y Mariano Stolkiner
Fotografía: Guido Piotrkowski
Producción general: El balcón de Mersault
Dirección: Mariano Stolkiner
Espacio: El Extranjero


Una dramaturgia potente y descarnada encuentra bajo la dirección de Mariano Stolkiner su acabada realización escénica. Yendo más lejos respecto de los límites de lo representable que en su puesta en escena de Cleansed, de Sarah Kane (2008), construye aquí una síntesis de códigos escénicos que ponen la actuación en primerísimo plano. Nada distrae de la intensidad del acontecimiento que generan los actores, ni siquiera la narración descarnada.
Cuatro seres que intentan sobrevivir en un territorio desangelado, hasta que un extraño personaje parece solucionar los problemas económicos de dos de los más jóvenes. La lógica del intercambio funciona como el principio dominante en una serie de secuencias, la mayoría de las cuales son contractuales, en todos los ámbitos de la vida, aún en el sentimental. Uno de los jóvenes quiebra la Ley del intercambio, regala una felicidad efímera bajo la forma de pastillas y el sistema se desestabiliza. No hay lugar para el don (lo que se da, sin esperar nada a cambio) y el error deberá ser subsanado.  Los videos muestran, por un lado, lo que se puede esperar, en una estética gore, y por otro, la producción del arte como una consecuencia del sistema cuyas leyes resultan inquebrantables.
Con mínimos accesorios, cada uno sintetiza el marco en el que despliega la ferocidad  del mundo capitalista, como la bandeja de comida, cuyo formato impide que se la pueda compartir. El color velado, grisáceo, aún las manchas rojas que aparecen diseminadas, como si se hubiera querido borrar los rastros de una carnicería anterior; el shopping, ese espacio de deseo, miniaturizado mediante una cortina de baño, son algunos de los índices de un espacio deshumanizado, una selva en la que la lucha por la supervivencia ahoga todo tipo de sentimiento. El mundo que plantea Ravenhill lleva a sus personajes al límite, los reduce a cuerpos cuyo único valor es el de la transacción sexual o la fuerza de trabajo. La pantalla del televisor, amplificada en los videos, no hace más que recordarlo. 
El trabajo de los actores es de una alta exigencia, al sostener esa tensión que proyecta la lucha por la vida, o al menos, algo que intenta parecérsele. Es otro logro de la dirección mantener ese ritmo, sin crispaciones ni estereotipos, que bordea entre la marginalidad y al mismo tiempo, la generalidad de cada uno de ellos. 





domingo, 23 de septiembre de 2012

Aviones enterrados en la playa, de Luis Cano

Foto Paola Toriano



Ficha técnica
Actúan: Federico González Bethencourt, Francisco Grassi, Leonardo Murúa, Román Lamas y Mauricio Minetti.
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Música: Federico Marrale
Escenografía y vestuario: Luna Rosato
Asistencia de dirección: Micaela Picarelli
Dramaturgia y dirección: Luis Cano
Espacio: No Avestruz

La playa es un territorio liminar: no es tierra firme, está continuamente acechada por el mar. Esa zona de inestabilidad será el espacio elegido por Luis Cano para que los personajes desplieguen su mundo poético, donde las rocas pueden ser moldes de zapatos y una mesa se erige como el muelle, desde el cual un pescador intentará que un desconocido rompa el silencio que lo ahoga. Su estrategia consistirá en narrar lo que parece ser una historia, que al tiempo que se despliega en el discurso, se presenta escénicamente.
El muchacho, que en un tiempo se había asumido como “cuidador de la playa”, ahora ha abandonado esa tarea. Un delfín agoniza, y su pedido de auxilio no es oído, como tampoco lo es el fantasma del padre, que clama su nombre.
Más que una historia, son instantes en los que el imaginario de Luis Cano recala en las orillas del lenguaje poético, transportando el misterio del mar al escenario. La magia de las palabras enunciadas por los actores, los sonidos -que sin ser referenciales- recrean el rumor del viento y de las olas, invita a admirar ese enigma de la naturaleza y a recordar las mismas preguntas, acerca de los secretos se esconden debajo del mar o lo que puede arrojar a la playa, es decir, la experiencia de la inmensidad frente a nuestra propia finitud. Como una epifanía, la historia del muchacho de la playa, de su padre y del delfín, habilita el relato obturado del forastero, que estalla en palabras y sensaciones.
Todas las voces confluirán en una misma canción, disolviendo las individualidades, en una comunión entre los hombres y su entorno.
Esta obra obtuvo el Premio ARTEI a la Producción de Teatro Independiente 14º aniversario, otorgado por la Asociación Argentina del Teatro Independiente. Jurado integrado por Alicia Leloutre, Berta Goldemberg y Roberto Perinelli.